Un reencuentro literario

El bullicio elegante del Café Gijón me envolvía como un abrazo familiar en este especial Día del Libro. El tintineo de las tazas y el murmullo de las conversaciones componían una melodía conocida: la banda sonora de tantos encuentros en este templo de la cultura madrileña. Allí estaba, saboreando un café con leche y la agradable anticipación de la jornada de firmas en la Feria del Libro. Era mi segunda vez, una experiencia que ya no me provocaba el mismo vértigo que la primera, pero que conservaba intacta su emoción. A mi lado, Sueños de un joven escritor reposaba como un compañero silencioso en esta mañana significativa. Sin embargo, mi mente revoloteaba aún más intensamente en torno a la inminente llegada de mi novela negra, El enigma de la ciudad imperial. ¡Solo dos días! La idea me llenaba de una mezcla vibrante de nerviosismo y entusiasmo. De repente, una figura alta y de mirada aguda se detuvo cerca de mi mesa, acompañada por dos personas que me resultaban muy familiares. Er...