Ángel de la guarda
Era un fresco y
grisáceo día de octubre. Aquella mañana en un pequeño chalet alejado de todo
ruido, Luis le daba un último sorbo a su taza de café.
Había preparado parte de su despacho para revelar las fotos que había realizado a lo largo de este año. Es un gran amante de la fotografía, cuando apenas tenía 6 años empezó a hacer fotografías con una vieja cámara polaroid.
Todo estaba preparado, había algunos focos rojos iluminando la estancia y apenas podía ver sus propias manos con un leve tono rojizo.
Cuando las fotografías estuvieron listas quedó totalmente aliviado.
Ahí estaba ella otra vez en la foto; no importaba lo que hiciera, a donde fuera o que fotografiara, su abuela siempre estaba ahí mirándole fijamente desde aquellas fotografías para cuidarle.
Había preparado parte de su despacho para revelar las fotos que había realizado a lo largo de este año. Es un gran amante de la fotografía, cuando apenas tenía 6 años empezó a hacer fotografías con una vieja cámara polaroid.
Todo estaba preparado, había algunos focos rojos iluminando la estancia y apenas podía ver sus propias manos con un leve tono rojizo.
Cuando las fotografías estuvieron listas quedó totalmente aliviado.
Ahí estaba ella otra vez en la foto; no importaba lo que hiciera, a donde fuera o que fotografiara, su abuela siempre estaba ahí mirándole fijamente desde aquellas fotografías para cuidarle.
Comentarios
Publicar un comentario