El cuadro

Era domingo por la mañana Verónica y Luis paseaban por el Rastro. Entre ropa, libros viejos e infinidad de trastos lo descubrieron.
Era un cuadro donde se representaba una habitación en la que había una mesa con un mantel de flores. Sobre el mantel había dos cosas:  un cepillo del pelo y un espejo de mano. De espaldas al espectador, había una mujer asomada a un balcón desde el que se veía una colina cubierta de hierba.
En la parte posterior del cuadro había un pequeño rotulo que decía “Mujer en balcón” y una firma ilegible. Verónica, que era una persona de buen gusto, incomprensiblemente se sintió fascinada por la pintura a pesar de que los colores eran algo chillones y la perspectiva no estaba muy cuidada. Era poco dinero y se lo compró a un anticuario.
 Le encargaron un marco y quedó colgado en el salón.
A los pocos días, pequeños objetos empezaron a desaparecer de la casa. Objetos como un osito de peluche blanco , una fina pulsera de plata y un estuche de lápices de colores que utilizaba para su trabajo…
Una mañana de compras, Verónica, enfundada en un precioso vestido naranja, recordó no haber cogido los zapatos que debía haber llevado a reparar. La pareja se encontraba cerca de su casa y ella decidió ir a buscarlos mientras Luis acababa las compras. Tardaba demasiado y se alarmó. Fue a buscarla. Su bolso estaba sobre la mesita del hall junto a las llaves. La llamó, pero no tuvo respuesta. Había desaparecido.
Luis llamó a la policía para denunciar los hechos. No había señales de violencia ni pista alguna. Mientras en la salita, los agentes redactaban el informe, descubrió que en el cuadro, sobre el mantel florido había tres  objetos que, por lo visto, no se había percatado hasta entonces.
Estos le resultaron familiares: un osito blanco, una pulsera de plata y un estuche de lápices de colores.
Por un momento le asaltaron unas ideas que, por absurdas, pronto desechó.
Al mes de la desaparición, el cuadro empezó a resultarle molesto. En un arrebato, lo descolgó y lo fue a dejar junto al cubo de basura, entonces descubrió aquella diminuta figura de mujer vestida de naranja sobre la colina. Hubiera jurado que no estaba en la pintura con anterioridad, pero tal vez estaba equivocado….

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