El fantasma de Santiago

Entre las sombras y en blanco sudario envuelto surge un bulto de forma humana y de supersticioso aspecto, qué caminando con rigidez de cuerpo muerto, entra a Santiago, quedando inmóvil en el centro de la plaza ciudadrealeña, frente al pórtico del templo, mientras dentro pasan las monjas para comenzar sus rezos de maitines. Se iluminan los ventanales de la noble iglesia con un siniestro resplandor, mientras el lamento de las campanadas finaliza para volver al silencio. La sombra humana tras esperar un poco, como impulsada por algo hacia el pasaje, se interna en él, y se pierde, al fin, en su fondo negro. A los pocos días, todos los vecinos de la ciudad están aterrorizados y revueltos con el trágico suceso; habían encontrado en la Plaza de Santiago un muerto. Era el cadáver de un joven y elegante caballero. Tenía este un hermano en Flandes y otro con él en Ciudad Real, donde vivían desde que nacieron.