Fragmentos
Él la miraba
dormir, se había quedado traspuesta mientras descansaba con su hijo en la cama.
Su brazo reposaba como una espada, defendiendo a su vástago, sobre el pequeño
cuerpecito de este que respiraba despacio con los ojitos cerrados. Él hizo una
fotografía. El sonido de la cámara, revolvió a su hijo, pero en seguida se
calmó. Los besó a los dos y les cubrió tímidamente con una manta. Mientras oía
como las dos personas que más querían compasaban, casi en una dulce
melodía, las respiraciones... Él sonrió y se sentó a vigilar que los sueños
fueran tan bellos como aquella imagen.
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