Mensaje en una botella
Y ahora a quién podré amar -se dijo mirando como se alejaban las olas de la
playa.
Con la fotografía mojada y rota de ella: un vestido corto y blanco se agitaba al más leve viento,
como un soldado pidiendo rendición ante tanta belleza. Deslizó su mirada y ante su asombro, a lo
lejos, apareció como un mero fantasma, ELLA, sonriendo. Al acercarse veloz, aquella presencia le
intentó acariciar mientras él lloraba... Cuando fue a apartar su pelo, mecido por el viento, ella se
volatilizó, pero su sonrisa fue la última en desaparecer, igual que aquel gato de chiste, ante sus
ojos.
Recogiendo la fotografía que voló hasta sus pies, miró al sol pues moría cayendo
lentamente sobre el mar, y sonrió.
Había entendido el mensaje.

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