Canción del despertar

Más de una vez pensé cuándo comenzó esta historia.
Quizá podríamos empezar varios años atrás
En una plácida y silenciosa noche de otoño, interrumpida solamente por el sonido de unos pasos acelerados y unos gritos, procedentes los primeros de dos figuras encapuchadas corriendo por entre las almenas de un viejo castillo, y los segundos de los guardias que les persiguen. O quizá, si retrocediéramos mucho más en el tiempo, podríamos comenzar con una despedida.
Dos seres queridos que parten en direcciones opuestas con la promesa de no volverse a encontrar. Si…, una despedida, no es un mal comienzo ¿verdad?, muchas cosas mueren, y muchas nacen en las despedidas, pero no creo que sea el mejor comienzo. Si en cambio avanzamos hasta mucho después de aquella partida, podríamos empezar una fría y lluviosa mañana de enero en el centro de lo que hasta hace poco había sido un bosque gigantesco, frondoso, y antiguo. Ahora no más que un montón de troncos ennegrecidos y cenizas.

 Si hubiera habido algún ser vivo en aquella mañana por aquel bosque, quizás habría visto al único otro ser vivo de aquel lugar, arrastrándose moribundo por entre los árboles calcinados. Pero claro, eso habría ocurrido si hubiera habido otro ser vivo por aquellos parajes devastados. Aquel, sin embargo, no fue el caso. Nadie le vio tambalearse por entre los charcos de fango y cenizas, nadie le vio caer pesadamente boca arriba contra el costado de un árbol y mirar al cielo sin verlo, mientras con las pocas fuerzas que le quedaban intentaba arrancarse la espada que tenía clavada en el pecho, nadie escucho como luchaba por respirar, porque no había nadie para escuchar, porque todo a su alrededor estaba muerto... Todo, salvo por la canción. Una canción llena de recuerdo, de melancolía y de esperanza, una canción que cabalgaba lentamente desde el mar, sobre olas de niebla y viento. Ése quizá sea un buen comienzo, una canción siempre es un buen modo de comenzar una historia, sobre todo si ésta es hermosa. ¿Pero, cuál era su origen?, ¿Quién cantaba una canción tan bella que por no dejarla ir, por seguir escuchándola, el viento la transportaba kilómetros y kilómetros?.La respuesta nacía en el mar, cerca de la costa una hermosa muchacha miraba desde la proa de un barco hacia lo que una vez fue su hogar, y con una voz pura, cargada de nostalgia, entonaba una canción… Muy por encima de su cabeza, una de las criaturas que más leyendas ha creado planeaba oculta por una espesa capa de nubes. Hacía tiempo que venía siguiendo la canción, no era la primera vez que la escuchaba, pero hacia tanto tiempo desde aquello... El dragón batió sus alas negras y cambiando la dirección se sumergió en el mar de nubes grises. Iba ganando velocidad a la vez que descendía, adentrándose en el mar tan rápido, que la costa pronto se convirtió en una fina línea rojiza en la lejanía, pero la canción seguía resonando en su cabeza.
Pronto avistó su objetivo, un islote diminuto, apenas un peñasco en mitad del gran océano. En él no había nada más que un gran sauce llorón que dominaba casi la totalidad del islote. Entre sus raíces se veía una pequeña cabaña. Cerca de ésta había un hombre sentado encima de una raíz, observando tranquilamente como el dragón negro se le acercaba. Era de rasgos duros pero agraciados, y aunque ni una sola arruga tocaba su joven rostro, sus cabellos eran grises, casi blancos, y sus pálidos ojos azules parecían tan antiguos como la gran masa de agua que le rodeaba. Vestía una camisa de mangas cortas de tela blanca, pantalones marrones y unas botas de cuero del mismo color. Por su aspecto, cualquier mirada casual le habría calificado como un pescador. Pero el dragón no pensaba lo mismo, ningún pescador recibiría con una sonrisa de bienvenida a un dragón de las sombras que se acabara de posar en su isla. El dragón plegó sus alas y continuó plegándose sobre sí mismo al tiempo que una neblina oscura se formaba y empezaba a arremolinarse en torno al gran saurio. El hombre se incorporó y empezó a acercarse hacia el remolino de creciente oscuridad, dejando que el viento antinatural que se había formado agitase libremente sus cabellos finos y largos. Cuando llegó a la altura del dragón, éste se había convertido en una bella mujer de pelo oscuro, al igual que la túnica de lana que usaba, y tan liso como su pálida piel, que contrastaba con sus ojos y sus labios, ambos de un rojo intenso.
 -Llegas tarde-dijo él dándose la vuelta y volviendo a la raíz donde estaba sentado.
 -Siento la tardanza-respondió  ella-
-Cuando la escuché me encontraba muy lejos.- avanzó unos pasos y se sentó en la raíz, al lado del hombre
.- No hay duda ¿Verdad? -No, todo está ocurriendo tal y como ella dijo.-su mirada azul se perdió en el infinito.
-La memoria del viento.-Ella suspiró y recostó su cabeza contra el hombro de él
.- El viento también recuerda esta canción, recuerda la última vez que sonó, lo que cambió entonces.- Volvió a suspirar, de repente se sentía muy vieja y muy cansada
.- Y nos está avisando a todos aquellos que una vez la oímos.- ella también fijo la vista en un punto indeterminado del paisaje, a mucha más distancia de la que la vista podía llegar.- ¿Recuerdas cuándo la escuchamos? Justo cuando habíamos empezado a soñar…
 -Lo recuerdo, pero si nosotros lo recordamos y podemos oírla, eso significa que ellos también la deben de haber oído, y si recuerdan su significado deben de estar aterrorizados, jamás permitirán que ocurra lo que pasó la ultima vez, ya deben de haber empezado a moverse, y nosotros deberíamos de hacer lo mismo.-hizo ademán de levantarse pero ella le retuvo el brazo.
 -Aún nos queda algo de tiempo, la canción acaba de sonar, y aún tiene que venir a nosotros, aún no es la hora.- Él se lo pensó y volvió a acomodarse en la raíz a su lado. Así quedaron un tiempo, ella recostada en él, ambos mirando al vasto océano que les rodeaba. Sólo el sonido de las olas rompía la paz de aquel pequeño pedazo de tierra, al que ninguna tormenta alcanzaba, y donde el invierno siempre era placido y el verano siempre era suave.
 -¿Recuerdas cuando me construiste este lugar?- dijo ella con un tono de voz cargado de afecto- ¿lo que me dijiste entonces? El sonrió-
- Si, que este seria nuestro pequeño remanso, donde poder evadirnos del caudal de la historia.-su gesto se volvió duro- Pero dentro de poco no podremos permanecer aquí por más tiempo, no después de saber que la canción está volviendo a sonar

. -Lo sé bien- dijo ella- pero aún nos queda algo de tiempo. A lo lejos, escucharon el sonido de una tormenta...

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