Misterio en la biblioteca

Levante la mirada y el reloj marcaba las 12:45 a solo quince minutos de salir del trabajo , pude ir a mi lugar favorito, la biblioteca del estado.
 Era una de las bibliotecas más grandes de Ciudad Real, magnífica en todos los sentidos, repleta de laberintos de hojas y tapas de cuero...
Cuando el reloj dio  la una en punto, junte mis libretas, papeles con bocetos y mis lápices, colocando todo esto en mi maletín y emprendí mi viaje a pie hasta la biblioteca... El barullo  era mi acompañante en el camino de 10 metros hasta mi destino, esa era mi rutina hasta allí, ir admirando todo, desde los espacios verdes, hasta los gigantes de concreto... Lo bueno del camino hasta la biblioteca eran esos diez metros, sin curvas ni desvíos, solamente avenida transitada por viandantes.
 La biblioteca tenía una entrada grande, guiada por un camino de pequeños arboles y faros redondos, un caminito de piedra y bancos.
Al entrar, me encontré con  Ana , era una señora de unos 60 años aproximadamente, nunca escuchaba lo que uno le decía, así que debías hablarle lo mas alto posible, mientras hacías gestos con la mano, si no, la comunicación con ella era bastante difícil-
-Buenas tardes- dije.
 -Buenas querido, puntual como siempre.
 Di mi identificación de socio y entre. Los pasillos llenos de grandes estantes  estaban repletos de libros, separados por categoría,; una alfombra roja cubría el piso del lugar, mesas grupales y mesas para dos personas, con lámparas a los lados para mejorar la luz del lugar...
Me adentré hasta el final, ahí estaba la cafetería, podías pedirte un café y leer, por eso amaba ese lugar, lo rodeaban carteles que decían "cuide los libros, guarde silencio y sea respetuoso" .
Allí estaba Berta, la encargada de hacer los cafés más ricos del mundo, me hizo una seña para indicar que mi lugar estaba libre y que podía tomar asiento.
Fui a mi mesa y Berta después de saludarme con una inclinación a la cual devolví de la misma forma, dijo:
- Café y tostadas ¿verdad?-
-Si, como siempre- dije, mientras le sonreía cortésmente.
Abrí "La ruta prohibida" y comencé a leer... Cuando mi café ya estaba en la mesa, levante la vista y note que había poca gente para ser un  miércoles.


Mientras a mis tostadas le ponía un poco de mermelada de albaricoque  comencé a oír un leve ruido, aunque bastante molesto. Intenté retomar la lectura pero el ruido  era incesante, y en cierto punto me estaba poniendo nervioso.
Me levante de la silla y trate de encontrar el origen del sonido,.
Mientras me acercaba a la sección de libros antiguos, pude notar que ese sonido se podía escuchar un poco más fuerte, cada vez que   me adentraba en los pasillos de libros antiguos  pude distinguir algo, ese sonido eran susurros.
Me detuve y traté de escuchar que decía, era ilegible.
Avancé  hasta los  dos estantes del final del pasillo , cuando oí un grito ensordecedor que provenía de la cafetería...
Con un paso apresurado, guiado por los gritos de Berta llegue a la cafetería,
Berta  estaba alterada, los ojos atónitos y confusos la miraban sin decir  ni una sola palabra; Me causaba desagrado saber que yo era el único afligido por lo que sea que le pasaba , sin pensarlo dos veces traté de calmarla y entre sollozos casi infantiles repetía:
 -Lo he visto! ,Lo he visto Daniel - Con la incertidumbre en mi mente pregunté:
¿-Que viste?- dije.
-A la sombra ,Daniel a esa sombra!- repetía alterada. Intentaba entender de que hablaba, aunque era difícil sacarle palabras.
Ana  entró a paso lento y me dijo que solo era uno de sus "episodios". Sin dar más explicaciones se llevo a Berta de la vista de todos. Con mi mente divagando, volví a mi mesa donde estaban mis pertenencias e intente retomar la lectura a la vez que bebía a sorbos mi café.
Aunque no encontraba la forma de poder concentrarme, había algo inquietante en todo esto. Mire el reloj que estaba en la pared, arriba del cartel de "Guarde silencio", marcaba las 12:00. Deje el dinero debajo de la taza de café y me dispuse a emprender rumbo a mi casa, a la vez que la duda y el temor de lo que había pasado despertaban una extraña curiosidad, sumado a las palabras de Berta; casi inconscientemente volví mi mirada hacia el pasillo de libros antiguos y note que una de las luces del final del mismo pasillo estaba en un estado "intermitente". Hipnótico sería la palabra que estuve buscando para describir la sensación que me generaba.
Concentrado en esa lámpara, su tubo  de alógeno que a simple vista podía notarse el polvillo que la recubría. Simplemente la observaba y mi concentración se enfocó en ello.
 Hipnotizado miraba la lámpara encenderse y apagarse, mientras los murmullos que al parecer tenían su origen ahí, se hacían mas y mas fuertes. Entonces la vi, "la sombra" a la que había hecho mención Berta.
 Algo francamente indescriptible, una sombra pero tenía algo que generaba desconfianza y miedo sin razón aparente.
Vino hacia mí como atraída por un imán, el miedo me hizo gritar una maldición al aire mientras daba dos pasos hacia atrás, encontrando el escalón y mi caída. Caí pesadamente sobre la áspera alfombra roja. Los pocos presentes en el lugar voltearon a verme con "ojos afligidos". De algo estoy seguro, nadie más se había percatado de aquella "sombra". Apresurado, me incorporé y salí de ahí. Llegando a la puerta, noté que Ana no había regresado a su puesto, de todas formas salí.
Camine dubitativo por el camino  mientras buscaba mis chicles.

Me senté en el banco mas cercano y me quedé allí sin saber que pensar...

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