Relatos

Estaba perdido en otro lugar.  Un lugar en el que las historias olvidadas surgían de entre las sombras. Despacio, como si estuviera moviéndome por debajo del agua volví la cabeza y a través de aquel resplandor rojizo, clavé la mirada en la Mona Lisa.  El juego de sombras  que en él se representa me produce una sensación de desconcierto especialmente  su sonrisa...Su enigmática sonrisa.

La universidad tiene más de doscientos años, por ella han pasado varios miembros de su familia y algunas celebridades de la ciudad. En los últimos años, habían ocurrido varios sucesos extraños. Un día durante el horario escolar tanto alumnos como profesores no paraban de repetir que habían visto a varios fantasmas en los pasillos y estancias del centro. Pero lo que ellos no sabían era que aquellos fantasmas no eran simples fantasmas, eran fantasmas un tanto especiales. Uno de los alumnos comentaba a sus compañeros de al lado que vio a uno de ellos cuando regresaba del servicio. .    -Era el fantasma de una mujer, estoy seguro. Vestía con una toca y una capa.  Fue entonces cuando uno de sus profesores al oír la conversación comentó:     -Antiguamente la universidad fue Casa de la Misericordia. El lugar sirvió como orfanato llevado por monjas, hasta que años más tarde durante la Guerra de Independencia los militar...

Si de verdad eres el culpable de todos esos asesinatos sin resolver-dijo el periodista.-¿Cómo capturas a tus víctimas? Entonces el asesino respondió: -Les ofrezco una entrevista

Han pasado cinco años desde que se propagó la pandemia. Lucas un joven superviviente caminaba por las desiertas calles de la ciudad. A lo lejos creyó ver algo. Hizo un esfuerzo y se concentró un poco más con la esperanza de descubrir qué podía ser. No, no era algo. Era alguien. Y no uno, sino varios. Viajaban juntos. ¿Un grupo? Quizá si. Dudaba qué hacer. Quería hablar con ellos, averiguar quiénes eran y cómo podían ayudarle, pero también temía que le ocasionaran problemas. Necesitaba respuestas, soluciones para acabar   con esta pandemia.   Entonces se arriesgó y fue en su busca. - «Sólo un poco más», pensó. En efecto, se trataba de cuatro personas. Reconoció el emblema que llevaba uno de ellos era el emblema de las Naciones Unidas .   Algo en sus ojos dejaba ver el casi insoportable peso de una tarea inacabada, de cuya naturaleza querría que le hicieran partícipe. -¿Lucas ?-dijo la mujer de pelo corto y moreno  -¿Elena? Elena ...