El cuadro
Era domingo por la mañana Verónica y Luis paseaban por el Rastro. Entre ropa, libros viejos e infinidad de trastos lo descubrieron. Era un cuadro donde se representaba una habitación en la que había una mesa con un mantel de flores. Sobre el mantel había dos cosas: un cepillo del pelo y un espejo de mano. De espaldas al espectador, había una mujer asomada a un balcón desde el que se veía una colina cubierta de hierba. En la parte posterior del cuadro había un pequeño rotulo que decía “Mujer en balcón” y una firma ilegible. Verónica, que era una persona de buen gusto, incomprensiblemente se sintió fascinada por la pintura a pesar de que los colores eran algo chillones y la perspectiva no estaba muy cuidada. Era poco dinero y se lo compró a un anticuario. Le encargaron un marco y quedó colgado en el salón. A los pocos días, pequeños objetos empezaron a desaparecer de la casa. Objetos como un osito de peluche blanco , una fina pulsera de plata y un estuche de lápices ...