No pudo
No pudo hacerlo. Se lo había propuesto, y no pudo hacerlo. La mañana había sido como todas, desesperadamente dura, en un ir y venir de noes y aplazamientos. Últimamente todo era así: quizá mañana, tal vez otro día. Lo apuntaba todo, metódicamente, intentando que la excusa se convirtiera algún día en éxito. Por la tarde, la misma historia. Recibió un par de llamadas. Promesas, pero nada concreto que pudiera llevarse al bolsillo. Ese día la semana moría y se abría al descanso que traería la próxima. Quizá la semana que viene, pensò, seguro que sí, la semana que viene. Y volvió a intentarlo, delante de él. Y, de nuevo, se sintió incapaz, tan cargado de realidad como andaba. Aquel día no pudo escribir ningún capitulo para su libro…